Vuelvo con otras hierbas, silvestres y curiosas, y esta vez con algunas más comunes aunque no tan conocidas: Radikia o achicoria amarga, una variedad bastante cercana, casi prima hermana del diente de león y de las endivias (o achicorias dulces).
Su sabor tiene un toque algo amargo y es un plato bastante común en la gama de las ensaladas griegas. Se sirven poco hervidas y ligeramente sazonadas con sal y se aliñan con la salsa famosa de ladolémono: aceite de oliva extra virgen y zumo de limón.
En Grecia muchas veces en el mismo plato vienen con unos calabacines baby y acompañan perfectamente platos de pescados frescos para un menú sencillo y ligero al lado del mar.
Frases como “Ya puede ver las radikia al revés” (βλέπει τα ραδίκια ανάποδα / enfatizando el entierro de los muertos con una manera cómica) o “IQ radiqiú” (IQ ραδικιού / satirizando la inteligencia de alguien que su índice de Coeficiente intelectual es igual que el de una planta) no tiene nada que ver con sus propiedades tan ricas para nuestra salud.
Radikia (Ραδίκια) o Chicorium intybus, conocidas desde antes del 4000 a.C. como “el amigo del higado” por su acción diurética y tónica sobre el hígado y la bilis.
Ricas tanto en Vitaminas C, A, B1 y B2 como en hierro, fosforo y magnesio. Su secreción blanquecida parecida a la leche se utiliza como protector del estómago y de problemas dermatológicas.